Nuestros proyectos se ubican junto a las comunidades de Ishichihui y Agua Blanca y se basan en una dinámica paisajística alternativa a la que se observa en la región. Hemos diseñado un sistema agroforestal que integra las singularidades locales. El objetivo es combinar la producción de variedades finas y aromáticas de cacao con los anclajes de biodiversidad existentes, las funciones de fauna y flora presentes en los corredores ecológicos, los ríos y los setos.

El principal reto al que nos enfrentamos es la restauración del suelo y la lucha contra la erosión, condición sine qua non para la reconstrucción de un territorio. El primer reto, una vez controladas las malas hierbas invasoras, es plantar especies capaces de desarrollarse en condiciones difíciles para recrear una dinámica pedológica y descompactar estos suelos asfixiados. Luego, poco a poco, sustituir estas especies por otras más adaptadas y productivas, como el cacao, y construir una sucesión vegetal que conduzca, a largo plazo, a una zona agroforestal diversificada y productiva, en un suelo que recupera progresivamente su fertilidad.